Ens acostem la figura de la jove mestra suïssa Elisabeth Eidenbenz i la seva tasca com a impulsora i directora d’una maternitat a la Catalunya Nord al final de la Guerra Civil espanyola. Amb la col·laboració de les mares i d’algunes infermeres voluntàries (poques), Elisabeth va fer possible el naixement de 597 bebès en bones condicions. Però va fer molt més que atendre parts…
Qui va ser Elisabeth Eidenbenz?
Elisabeth Eidenbenz (Wila, Zuric, Suïssa, 12 de juny de 1913 – Zuric, Suïssa, 23 de maig de2011)[1][2] fou una filantropa suïssa que creà la Maternitat d’Elna.[3]
Després d’acabar els estudis de magisteri, el 1937 va viatjar a Burjassot (València), a on el Servei Civil Internacional havia instal·lat l’ONG «Ayuda Suiza a los Niños de España». També va estar aMadrid, sempre com voluntària per ajudar amb aliments, roba i medicines a mares, nens i ancians durant la guerra civil espanyola, a més de la seva evacuació a árees de Catalunya i València. Després de la caiguda de la Segona República Espanyola, els exiliats es van haver de refugiar en els campsfrancesos, en els quals molts d’ells van morir per desnutrició, malalties i altres misèries. A causa d’això qualsevol dona embarassada estava condemnada a perdre el fill o, encara pitjor, a morir ella en el part. Per aquest motiu Elizabeth va decidir de convertir un palauet abandonat a Elna, prop delscamps de refugiats de les platges del Rosselló (Argelers, Sant Cebrià, el Barcarès, Ribesaltes, etc.), en una llar de maternitat.
Inicialment la institució es va mantenir gràcies a donacions voluntàries que arribaven d’Europa, però després del començament de la Segona Guerra Mundial, els fons van disminuir i van començar a arribar refugiats de França i altres països europeus. Principalment eren dones jueves que fugien de l’ocupació nazi. Per això, la maternitat es va veure obligada a associar-se amb la Creu Roja i acatar-ne la política sobre neutralitat, la qual cosa li impedia d’acollir refugiats polítics, sobretot jueus. Per resoldre aquest entrebanc, Elisabeth Eidenbenz decidí de falsejar la identitat de moltes dones amb la finalitat de burlar aquestes lleis. Van ser molt hostigats per la Gestapo, fins al punt que en una ocasió ella mateixa fou detinguda. Van salvar aproximadament 400 nens espanyols i catalans, i 200 de jueus procedents d’Europa.
Acabada la Segona Guerra Mundial, treballà durant deu anys ajudant els que s’havien quedat sense casa a Viena. A partir del 1956 es dedicà a la reinserció laboral femenina, tornà a exercir de mestra i ensenyà a llegir a moltes dones analfabetes, filles, en la majoria de casos, de famílies desestructurades. Els darrers anys de la seva vida vivia retirada a Rekawinkel, a 30 km de Viena.
La historiadora Assumpta Montellà va recuperar la història a La maternitat d’Elna. Bressol dels exiliats, amb el testimoni, entre altres, de la mateixa Eidenbenz (Badalona: Ara Llibres, 2005), en el qual compara la seva acció amb la d’Oskar Schindler. El 2006 la Generalitat de Catalunya concedí a Elisabeth Eidenbenz la Creu de Sant Jordi.
La historia de la humanidad está plagada de episodios oscuros. Guerras, genocidios, asesinatos, injusticias que tiñen de negro muchas de las páginas de nuestros libros y de nuestra memoria. Demasiados hechos que fácilmente nos podrían a llevar a perder la fe en el ser humano si no fuera porque a veces aparecen pequeños rayos de esperanza. Hechos que por desgracia no siempre se registran en los ensayos o análisis históricos, pero que, cuando se conocen, ayudar a seguir creyendo. Los primeros años del siglo XX no estuvieron exentos de esas guerras y crueldades que asolaron casi todo el planeta. Pero en aquellos tiempos tristes y desoladores, hubo muchas personas que no se rindieron. Una de ellas fue una maestra suiza, con fuerte carácter y dispuesta a ayudar a los demás a costa de su propia vida si era necesario. Aquella mujer se llama Elizabeth Eidenbenz. Falleció hace tan sólo dos años pero su historia no se ha perdido.
El 24 de abril de 1937 la maestra convertida en enfermera llegaba a Madrid con el resto de voluntarios dispuesta a ayudar sobre todos a las madres y los niños que se encontraban en peligro de malnutrición y se veían abocados a una muerte segura.
La maternidad de Elna
En su búsqueda desesperada por encontrar una situación a aquel drama humano, Elisabeth encontró un palacete abandonado junto al campo de Argelès-sur-Mer, en una localidad llamada Elna. A pesar de estar en ruinas, para ella fue la solución.
Con la ayuda de hombres voluntarios que reformaron como pudieron aquel casón viejo y medio derruido, Elisabeth consiguió organizar una maternidad que estaría en activo desde 1939 hasta 1944 y que llegaría a salvar la vida de unos 600 niños y otras tantas mujeres.
Elisabeth no era matrona ni enfermera de profesión pero con su voluntad y decisión ayudó a que las mujeres embarazadas que llegaban a los campos de refugiados pudieran parir con cierta dignidad y, sobre todo, con unas mínimas garantías de supervivencia.
La maternidad de Elna se mantuvo primero gracias a las donaciones que llegaban de toda Europa y más adelante por su filiación a la Cruz Roja. Este hecho ayudó en el aspecto económico pero no en el humano.
En un primer momento las mujeres que llegaron a la maternidad venían de la España republicana, alrededor de 400. Pero con la subida al poder de Hitler, los refugiados llegados de Alemania, en su mayoría judíos, fueron cada vez en aumento. Se calcula que fueron unos 200 los bebés judíos que nacieron en la maternidad de Elna. Considerados como refugiados políticos, supusieron más de un dolor de cabeza a Elisabeth pues la Cruz Roja obligaba a todas las instituciones a ella adherida a seguir los dictados de su política sobre neutralidad. Por ello, Elisabeth no dudó en falsificar muchos documentos de aquellas madres.
Pronto llegaría también a oídos de la omnipresente Gestapo, la policía secreta del Tercer Reich, las actividades que se realizaban en aquella maternidad perdida en el sur de Francia. Pero a pesar de que las amenazas fueron constantes e incluso Elisabeth fue detenida en una ocasión, el centro continuó con su trabajo humanitario.
Los nazis consiguieron su propósito y en 1944 conseguían cerrar la maternidad de Elna. A pesar de todo, Elisabeth podía sentirse orgullosa. En cinco años había salvado más de un millar de vidas y, lo más importante, había devuelto la esperanza a aquellas personas que veían en el horizonte un futuro oscuro y sin esperanza.
Elisabeth Eidenbenz pasó el resto de su vida en su hogar cerca de Viena hasta que falleció hace dos años en Zurich, el 23 de mayo de 2011, a la edad de 97 años.
Su historia permaneció oculta hasta que, al final de su vida, llegaron los reconocimientos públicos. En 2002 la localidad de Elna de dedicó un homenaje y el estado de Israel le entregó la Medalla de los Justos Entre las Naciones. En años posteriores recibió otros reconocimientos como la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social otorgada por el Gobierno de España, La Cruz de San Jorge, de la Generalitat de Cataluña y la Legión de Honor, concedida por el Gobierno Francés.